Cincuenta sombras de Grey - el libro y la
película -, es una celebración del sadismo que domina casi todos los
aspectos de la cultura americana, y se encuentra en el núcleo de la
pornografía y el capitalismo global. Glorifica la deshumanización de las
mujeres.
Aboga por un mundo desprovisto de compasión, empatía y amor.
Erotiza el poder hipermasculino que lleva a cabo el abuso, la
degradación, la humillación y la tortura de mujeres, cuyas
personalidades se han eliminado, y cuyo único deseo es degradarse al
servicio de la lujuria masculina. La película, como American Sniper,
incondicionalmente acepta un mundo depredador donde los débiles y los
vulnerables son objetos para explotar, mientras que los poderosos son
semidioses narcisistas y violentos. Bendice este infierno capitalista
como algo natural y bueno.
"La pornografía", escribe Robert Jensen, "es a como se ve el fin del mundo."
Estamos cegados por la fantasía autodestructiva. Una gran variedad de diversiones y espectáculos, incluyendo los reality shows de
la televisión, grandes eventos deportivos, medios de comunicación
social, la pornografía (que gana al menos el doble de lo que generan las
películas de Hollywood), productos atractivos de lujo, drogas, alcohol y
el mágico Jesús, ofrecen tentadoras puertas de escape de la realidad.
Anhelamos ser ricos, poderosos y celebridades. Y aquellos a los hay que
pisotear para construir nuestros pequeños imperios patéticos, son vistos
como merecedores de su suerte. El hecho de que casi todos
nosotros nunca alcanzaremos estas ambiciones, es emblemático de nuestro
auto-engaño colectivo, y de la eficacia de una cultura inundada de
manipulación y mentiras.
El porno busca erotizar ese sadismo. En el porno, se les paga a
las mujeres para que repitan el mantra "Soy un z****. Soy una p****. Soy
una p***. Soy una r*****. C***** duro con tu e****** p****". Ellas
imploran ser abusadas físicamente. El porno promueve la degradación de
los estereotipos racistas. Los hombres negros son bestias sexualmente
potentes acechando a mujeres blancas. Las mujeres negras tienen una
salvaje lujuria primitiva. Las mujeres latinas son apasionadas y de
sangre caliente. Las mujeres asiáticas son las geishas mansas,
sexualmente sumisas. En la pornografía, no existen
imperfecciones humanas. Los pechos de silicona de gran tamaño, los
labios en puchero inflados con gel, los cuerpos esculpidos por cirujanos
plásticos, las erecciones inducidas por fármacos que nunca ceden y las
regiones púbicas depiladas - que promueven la pornografía pedófila -
hace de los intérpretes de porno, piezas de plástico. El olfato, el
sudor, la respiración, los latidos del corazón y el tacto se borran
junto con la ternura. Las mujeres en el porno son productos empacados.
Son muñecas de recreación y títeres sexuales. Ellas están despojadas de
verdaderas emociones. El porno no se trata de sexo - si se define el
sexo como un acto mutuo entre dos compañeros -, sino de la masturbación,
una auto-excitación solitaria carente de intimidad y amor. El culto del
yo -que es la esencia de la pornografía- se encuentra en el núcleo de
la cultura corporativa. El porno, como el capitalismo global, es a donde
se envía a los seres humanos a morir.
Hay poca gente en la izquierda que comprende el inmenso peligro de
permitir que la pornografía reemplace la intimidad, el sexo y el amor.
Gran parte de la izquierda cree que la pornografía es libertad de
expresión, como si fuera inaceptable explotar económicamente y abusar
físicamente de una mujer en una fábrica en China, pero aceptable hacerlo
en el rodaje de una película porno, como si estuviera mal la tortura en
Abu Ghraib, donde los prisioneros fueron humillados sexualmente y
maltratados como si estuvieran en un escenario porno, pero fuera
admisible en sitios porno comerciales.
Una nueva ola de feministas, que han traicionado la emblemática obra de radicales tales como Andrea Dworkin,
defienden a la pornografía como una forma de liberación sexual y
auto-empoderamiento. Estas "feministas", que se fundamentan en Michel Foucault y Judith Butler, son productos atrofiados del neoliberalismo y el post-modernismo. Para
ellas, el feminismo ya no se trata de la liberación de las mujeres que
son oprimidas; se define por un puñado de mujeres que tienen éxito, son
poderosas y ricas; o, como en el caso de las "Cincuenta Sombras de
Grey", capaces de enganchar a un hombre rico y poderoso. Una mujer
escribió el libro "Cincuenta sombras", así como el guión. Una mujer
dirigió la película. Un estudio dirigido por una mujer compró la
película. Esta colusión de las mujeres es parte de la internalización de
la opresión y la violencia sexual que tienen sus raíces en el porno.
Dworkin entiendió. Ella escribió que "la nueva pornografía es un vasto
cementerio donde la izquierda ha ido a morir. La izquierda no puede
tener a sus putas y a sus políticas también."
El martes conocí a Gail Dines en un pequeño café en Boston, una de las radicales más importantes del país. Ella es la autora de Pornland: How Porn Has Hijacked Our Sexuality
["Tierra porno: cómo el porno ha boicoteado nuestra sexualidad" - NdE],
y profesora de estudios sociológicos y relacionados con la mujer en
Wheelock College. Dines, junto con un equipo que incluye a Jensen,
denuncian sin miedo una cultura que es tan depravada como la Roma de
Calígula.
"La industria del porno ha secuestrado la sexualidad de toda una
cultura, y está arrasando con toda una generación de niños", advirtió.
"Y cuando arrasas con una generación de niños, arrasas con una
generación de niñas."
"Cuando luchas contra el porno combates contra el capitalismo global",
dijo Dines. "Los capitalistas de riesgo, los bancos, las compañías de
tarjetas de crédito, están todos en esta cadena de alimentación. Es
por eso que nunca ves historias anti-porno. Los medios de comunicación
están implicados. Están en la cama financiera con estas empresas.
La pornografía es parte de esto. El porno nos dice que no nos queda
nada más como seres humanos -límites, integridad, deseo, creatividad y
autenticidad-. Las mujeres se reducen a tres orificios y dos manos. La
pornografía se teje en la destrucción corporativa de la intimidad y la
conectividad, y esto incluye conexión con la tierra. Si tuviéramos una
sociedad donde fuéramos seres humanos íntegros, conectados en
comunidades reales, entonces no seríamos capaces de mirar pornografía,
no seríamos capaces de ver a otro ser humano siendo torturado."
"Si vas a dar la gran mayoría de las golosinas disponibles a un pequeño
porcentaje del mundo, es mejor asegurarte de que tienes establecido un
buen sistema ideológico que legitime el por qué todos los demás están
sufriendo económicamente", dijo. "Esto es lo que hace la pornografía. El
porno te dice que la desigualdad material entre mujeres y hombres no es
el resultado de un sistema económico. Tiene bases biológicas. Y las
mujeres, siendo p***s y pr********s y solamente buenas para el sexo, no
merecen plena igualdad. La pornografía es la boquilla ideológica
que legitima nuestro sistema material de desigualdad. La pornografía es
al patriarcado, lo que los medios de comunicación son al capitalismo."
Para mantener excitadas a las legiones de espectadores masculinos que se
aburren fácilmente, los fabricantes de pornografía producen vídeos que
son cada vez más violentos y degradantes. Extreme Associates, que se especializa en escenas gráficas de violación, junto con JM Productions, promueven el dolor muy real que viven las mujeres en sus escenas. JM Productions fue pionera de los vídeos "agresiva c******* de garganta" o "cara de c******", como la serie "Gag Factor", en la que las mujeres se atragantan y, con frecuencia, vomitan. Se anunciaba con "swirlies"
[una broma que consiste en sumergir la cabeza de alguien en una taza
del inodoro, y luego vaciarlo - NdE], en las que el artista masculino
ahogaba la cabeza de la mujer en el inodoro después de tener sexo y
luego jalaba la cadena. La compañía promete, "Cada p*** recibe el
tratamiento de los "swirlies", c******, y luego la enjuagas."
La penetración anal repetida y violenta desencadena el prolapso anal,
una condición en la que las paredes internas del recto de una mujer
colapsan y sobresalen de su ano. Esto se llama "rosebudding."
Algunas mujeres, penetradas repetidamente por numerosos hombres en
vídeos porno, y normalmente después de tomar puñados de analgésicos,
requieren cirugía reconstructiva anal y vaginal. Las intérpretes
femeninas pueden sufrir de enfermedades de transmisión sexual y
trastorno de estrés postraumático (TEPT). Y con la pornografía
en los medios masivos -algunos participantes de los vídeos pornográficos
son tratados como celebridades del cine por presentadores de televisión
como Oprah y Howard Stern-, el comportamiento que promueve la
pornografía, incluyendo desvestirse, la promiscuidad, el sadismo y
masoquismo, y el exhibicionismo, se ha convertido chic. La pornografía
también establece el estándar para la belleza femenina y el
comportamiento femenino. Y esto ha tenido consecuencias terribles para
las niñas.
"En nuestra sociedad, a las mujeres se les dice que tienen dos
opciones", dijo Dines. "Ellas son c***** o invisibles. Ser c******
significa estar conforme a la cultura porno, verse sexy, ser sumisa y
hacer lo que el hombre quiere. Esa es la única manera de conseguir ser
visibles. No puedes pedir a las adolescentes, que están muriendo por
atención, que elijan la invisibilidad."
Nada de esto, Dines señaló, fue por accidente. La pornografía surgió de la cultura de la mercancía, la necesidad de los capitalistas corporativos de vender productos.
"En EEUU, después de la Segunda Guerra Mundial, existía la emergencia de
una clase media con un ingreso disponible", dijo. "El único problema es
que este grupo nació de padres que habían pasado por una depresión y
una guerra. Ellos no sabían cómo gastar. Sólo sabían cómo ahorrar. Lo
que [los capitalistas] necesitaban para poner en marcha la economía era
que la gente gastara dinero en cosas que no necesitaban. Para las
mujeres, trajeron las novelas de televisión. Una de las razones por las
cuales se desarrolló la hacienda, fue porque [las familias] sólo tenían
una televisión. La televisión estaba en la sala de estar y las mujeres
pasaban mucho tiempo en la cocina. Había que idear una casa donde
pudieran ver la televisión desde la cocina. Se les estaba enseñando.
Pero, ¿quién estaba enseñando a los hombres cómo gastar el dinero?"
-prosiguió-. "Fue [la revista] Playboy. Esta fue la brillantez de Hugh
Hefner. Comprendió que no sólo mercantilizas la sexualidad, sino que
sexualizas las mercancías. La promesa de Playboy no fueron las niñas o
las mujeres, era que si tu compras a este nivel, si consumes al nivel
que Playboy te dice que lo hagas, entonces recibirás el premio, que son
las mujeres. El paso crucial para conseguir el premio era el consumo de
mercancías. Él envolvió a la pornografía, que sexualizaba y
mercantilizaba el cuerpo de las mujeres, en una manta de clase
media-alta. Él le dio un barniz de respetabilidad.
El vídeo, el DVD y, después, el Internet, permitieron que la pornografía
llegara a los hogares individuales. Las brillantes imágenes fijas de
Playboy, Penthouse y Hustler se convirtieron en mansas, incluso
pintorescas. América, y gran parte del resto del mundo, se 'pornifico'. Los
ingresos de la industria de la pornografía mundial se estiman en 96.000
millones de dólares, y el mercado de Estados Unidos en un valor de $13
mil millones. Hay, escribe Dines, "420 millones de páginas porno en
Internet, 4.2 millones de sitios web porno, y 68 millones de solicitudes
diarias de pornografía en los motores de búsqueda." [Para ver extractos del libro de Dines, haga click aquí.]
Junto con el aumento de la pornografía se ha producido una
explosión en la violencia relacionada con el sexo, incluyendo la
violencia doméstica, la violación y la violación en grupo. En EEUU se
reporta una violación cada 6,2 minutos, pero el total estimado, teniendo
en cuenta las agresiones no declaradas, es quizás cinco veces mayor, como Rebecca Solnit señala en su libro "Men Explain Things to Me." ["Los hombres me explican las cosas." - NdE]
"Son tantos los hombres que asesinan a sus parejas y ex parejas, que
tenemos más de mil homicidios de este tipo al año, lo que significa que
cada tres años la cifra de muertos supera al número de víctimas del
11-S, aunque nadie declara una guerra contra este tipo particular de
terror", escribe Solnit.
La pornografía, mientras tanto, es cada vez más accesible.
"Con un teléfono móvil puedes ofrecer porno a los hombres que viven en
barrios de alta concentración en Brasil y la India", dijo Dines. "Si
tienes una computadora portátil en la familia, el hombre no puede
sentarse en medio de la habitación y masturbarse con ella. Con un
teléfono, la pornografía se convierte en portátil. El chico promedio
recibe su pornografía a través del teléfono móvil.
La vieja industria del porno, que encontró sus beneficios en el cine,
está muerta. Los puntos de producción ya no generan ganancias. Los
distribuidores de pornografía hacen el dinero. Y un distribuidor, MindGeek, una compañía global de tecnología e información, domina la distribución pornográfica. MindGeek utiliza
la pornografía gratuita en Internet, como una carnada para atraer a los
espectadores a sitios de porno en los que se paga por ver. La mayoría
de los usuarios son varones adolescentes. Es, dijo Dines, "como la
entrega de cigarrillos fuera de una escuela secundaria. Los haces
adictos."
"Alrededor de las edades de 12 a 15 estás desarrollando tu plantilla
sexual", dijo. "Es cuando [los chicos] están empezando a construir su
identidad sexual. Tú los atrapas de por vida. Si empiezas masturbándote con vídeos de pornografía cruel, hardcore,
violenta, entonces no vas a querer intimidad y conexión con otros. Los
estudios están mostrando que los niños están perdiendo el interés en el
sexo con mujeres reales. No pueden mantener erecciones con mujeres
reales. En el porno no hay "hacer el amor". Se trata de hacer el odio.
Él la desprecia. Ella le da asco. Si desangras el amor, tienes
que llenarlo con algo que sea interesante. Ellos lo llenan con
violencia, degradación, crueldad y odio. Y eso también se vuelve
aburrido. Así que hay que seguir subiendo de nivel. Los hombres
se excitan con el porno porque las mujeres son sumisas. ¿Quienes son más
sumisos que los niños? La ruta inevitable de toda pornografía es la
pornografía infantil. Y esta es la razón por la que las organizaciones
que luchan contra la pornografía infantil y no luchan contra la
pornografía de adultos, están cometiendo un gran error".
El abuso inherente a la pornografía no es cuestionado en gran medida por
hombres y mujeres. Mira las ventas de boletos de cine para "Cincuenta
sombras de Grey", que se lazó el día antes del Día de San Valentín y se
espera que llegue hasta los 90 millones de dólares durante el fin de semana de cuatro días (que incluye el Día de los Presidentes el lunes).
"La pornografía ha socializado a una generación de hombres a ver
la tortura sexual", dijo Dines. "Uno no nace con esa capacidad. Tienes
que ser entrenado. Al igual que se entrena a los soldados para matar. Si
vas a llevar a cabo la violencia contra un grupo, los tienes que
deshumanizar. Es un método antiguo. Los judíos se convierten en
k****. Los africanos se vuelven n****. Las mujeres se convierten en
p****. Y nadie convierte a las mujeres en p**** mejor que la
pornografía".
Comentario: Si se mira desde una perspectiva más
amplia, la glorificación y la disponibilidad generalizada de la
pornografía es intencional. Se ha hecho de esa manera con el fin de
crear la cultura que tenemos actualmente. Se hace así para despojarnos
de nuestra humanidad y convertirnos en robots irreflexivos, sin
sentimientos, que han perdido toda conexión con lo que nos hace
intrínsecamente humanos. Las mismas personas que tratan de vender a los
EE.UU. como "el mejor país del mundo", también han creado las
condiciones que permitieron el florecimiento de la pornografía, que a su
vez ha creado una sociedad en la que más que en cualquier otro momento,
las mujeres son víctimas de violencia doméstica, la violación y la
sodomía. Al ver pornografía, uno está contribuyendo a ese mundo.
Levántate, niégate a participar y ayuda a terminar con el deterioro
social hacia la barbarie.
fuente
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