miércoles, 21 de enero de 2015

¿Quiénes son y qué es lo que quieren las milicias islámicas que amenazan al mundo?

A estas preguntas trata de responder la economista Loretta Napoleoni en el libro “ISIS, el estado de terror”, publicado en Estados Unidos e Italia. Napoleoni es autora de bestsellers como “Capitalismo canalla”, “Se vende democracia” y experta internacional en temas de terrorismo. Ha financiado esta investigación sobre el fundamentalismo islámico vendiendo su propia empresa.


Por Gisella Evangelisti

21 de enero, 2015.- En junio de 2014, dos días antes del inicio del mes sagrado del Ramadán, una organización armada, ISIS, una de las varias milicias que luchan contra el régimen de Assad en Siria, difundió un video en que un barbudo guerrero chileno, de nombre Abu Saffya, mostraba un puesto fronterizo demolido entre Siria e Irak, anunciando que se destruían esos dos estados creados por los británicos y franceses en 1916, a favor de la Umma, la comunidad global del Islam.
Así se volvió a crear el Califato, la entitad que se formó en el siglo VII, cuando a la muerte del profeta Mahoma, bajo la guía de sus primeros cuatro sucesores (o Kalipha), el Islam se extendió geográficamente y culturalmente, desde Bagdad al actual estado de Israel, antes de caer en manos de los Mongoles y luego los Otomanos. Internamente, ya se había formado la división entre sunitas y chiítas, que apoyaban uno u otro sucesor de Mahoma.

Ahora, después de décadas de guerras y destrucción en y entre los países arabes a manos de las élites locales apoyadas por las potencias occidentales, una parte de los musulmanes sunitas y salafitas quieren creer que el Califato, que renace de sus cenizas como un ave fénix, pueda restaurar la dignidad y el poder del Islam.
“Vengan todos, oh musulmanes, a su Estado”, pidió el nuevo califa, el iraquí Abu Bakr Al Bagdadi en su primer discurso en junio de 2014. “Si seguimos el Islam, conquistaremos Roma y poseeremos el mundo, si Alá quiere“. Este mensaje fue difundido por Facebook y Twitter en muchos idiomas, incluyendo inglés, francés y alemán. Y para hacerse una idea de cómo puede ser la yijad (guerra santa) contra sus enemigos en el Oriente Medio y en el mundo, antes de la Copa Mundial, ISIS ha lanzado en Twitter un vídeo en el que algunos de sus miembros jugaban al fútbol con las cabezas de sus opositores, mientras había noticia de la masacre de cientos de mujeres y niños chiítas después de la captura de la ciudad iraquí de Mosul (también en la guerra de los Balcanes, en Europa, entre ’91 y ’95, recuerda Napoleoni, con 130.000 muertos, hubo masacres de pueblos, pero no fueron filmados).
La bandera negro y oro del Califato ondea hoy en un área del tamaño de Gran Bretaña o de Texas, que incluye la zona tribal sunita entre Siria y el norte de Irak, y es el primer estado (todavía no reconocido internacionalmente) nacido después la Primera Guerra Mundial con el arma de terror. Para los salafitas y los sunitas que lo fundaron es el “gobierno de Dios”, que combina el poder civil y religioso. Territorialmente, es para ellos lo que Israel es para los judíos: un estado en su antigua tierra, vuelto a ocupar en los tiempos modernos. Recordemos que en los años ’40 judíos de todo el mundo se unieron contra los británicos para recuperar sus tierras ancestrales, y la conquista continúa en el territorio palestino ocupado, sin respetar los tratados de paz anteriores.
En este momento, el Medio Oriente está pasando por grandes turbulencias: las primaveras árabes han sido derrotadas, excepto en Túnez: el régimen de Assad en Siria (con el apoyo de Rusia) en vez de realizar las prometidas reformas democráticas, ha utilizado gas contra la ciudadania, y una miríada de milicias luchan, incluso entre ellas mismas, tratan de bajarlo; en Irak (apoyado por Occidente) el gobierno de Al Maliki, que debía garantizar la democracia, ha perseguido a los sunitas; Libia después de la caída de Gadafi en 2011 se encuentra en un estado de caos; Egipto está inquieto y dominado por el ejército; Israel está en guerra con los palestinos de Gaza; Turquía en los enfrentamientos del ejército con los kurdos (el 20% de la población que aspira a la independencia), mientras que más de 13 millones de personas han perdido sus casas en la región y deben encontrar un refugio.
El Califato que se ha materializado en junio de 2014 como auténtica comunidad islámica, quita legalidad a todos los otros estados musulmanes, y por eso agita los países del Golfo Pérsico, como Kuwait, Qatar y Arabia Saudí, que siguen otras variantes del Islam, y hasta ahora habían financiado la organización sunita ISIS para debilitar Assad de Siria. ¿Qué sería de sus gobiernos autoritarios si el Califato llegara a sus puertas?
Por lo pronto, Arabia Saudí ha decidido gastar una millonada de petrodólares para construir el Gran Mur, una barrera de casi 1000 km a la frontera con Iraq, para impedir la entrada de terroristas y narcotraficantes. El Muro constará de 5 capas, 38 puertas, 78 torres de control, camaras de visión nocturnas y sensores, 50 radars y 32 centros de respuesta rápida, y contará con 30.000 soldados.
Como para una guerra de las galaxias. De hecho, lo construirá una empresa europea aeroespacial, la EADS. Algo para hacer envidia a otros tristes muros, como el entre Estados Unidos y México, el muro israelí que asfixia a los palestinos, el español de Melilla contra los inmigrantes marroquíes, etc. (Nota de redacción).
Los jóvenes, que constituyen la mayoría en los países musulmanos modernos, con altos índices de natalidad, corrupción y desigualdad, tienen ahora cada vez menos posibilidad de integrarse en los países occidentales afectados por la crisis. “La democracia no existe, Occidente está gobernado por los bancos, no por los parlamentos, que son sólo una pantalla, pero afortunadamente, el Islam les llevará a la libertad”, este es el mensaje de ISIS dirigido a los jóvenes.
Hasta ahora cerca de 18.000 combatientes extranjeros, de los cuales una tercera parte con pasaporte europeo, (¡con 8 italianos!) por no hablar de los grupos locales de apoyo en varios países, han respondido a la llamada.

Los combatientes han llegado en oleadas: en primer lugar los egipcios después del golpe militar contra la Hermandad Musulmana, a continuación los ex reclusos de Abu Ghraib, la prisión iraquí conocida por las torturas practicadas por los soldados norteamericanos denunciadas recientemente por el Senado de Estados Unidos, mientras que los jóvenes de diferentes paises llegan por avión en Hatay, en la frontera turca con Siria.
No es la económica su principal motivación, al parecer: a los nuevos combatientes se les paga, según Napoleoni, unos 41 dólares al mes, menos de los 150 dólares que gana un obrero en Iraq, aunque se da una buena indemnización a la familia en caso de muerte, cuanto el hecho de ser “protagonista de la Historia”, creando un Estado islámico fuerte y ordenado. Donde, dicho sea de paso, una buena vez las mujeres sean tenidas a rayas.
En Raqqa, un centro periférico siriano compuesto por tribus a favor de Assad, antes de la conquista de la ciudad, las mujeres se pusieron entre los combatientes como escudos humanos para proteger a la ciudad; a continuación, los rebeldes buscaron casa por casa a las mujeres solteras para casarlas con ellos, a las buenas o las malas, y pronto la ciudad se convirtió en la capital del Estado Islámico.
Pero, cuál “reino de la libertad” propone el Califato? Sirios e iraquíes que huyeron de la zona informan que las mujeres se ven obligadas a cubrirse de la cabeza a los pies, no pueden salir sin un acompañante masculino, son crucificados “apóstatas” (por ejemplo los chiitas que no han querido alejarse) y asesinos, y se cortan las manos de los ladrones, aplicando estrictamente la sharia, la ley islámica emitida hace 1400 años. En Mosul, incluso, según “El Mundo”, han ordenado la mutilación genital de la mujer, una tradición de origen pre-islámica, que no está presente en el Corán, pero se ve favorecida por muchos juristas islámicos cuando dicen que la mujer no “circuncidada” es impura. Hoy dia esta práctica aberrante aflige a 130 millones de mujeres en Asia, África y Medio Oriente.
Sin embargo, de vez en cuando las crónicas hablan de unas chicas europeas o hijas de inmigrantes árabes crecidas en Europa, que se fugan a Siria tras las huellas de un amor barbudo, imaginándolo como una especie de Robin Hood islámico. Pero puede pasar, como le sucedió a una chica holandesa (cuyo nombre no ha sido revelado por los periódicos), que este Robin Hood, a los pocos meses de idilio, la “regale” a otro hombre, y ella deba huir desesperada.
Abriendo un paréntesis, vale la pena señalar que ante Dios, dice el Corán, los creyentes, tanto hombres como mujeres, son iguales: lo que cambia es el papel de líderes sociales, asignado a los hombres, y el cuidado de la familia para las mujeres. Una división de papeles decidida por los hombres, profetas o imam, que las mujeres del mundo islámico están cuestionando, ganando en el día a día, con mucho esfuerzo, mayores espacios sociales: desde la revolución silenciosa de las centenares de “vaize”, predicadoras religiosas en Turquía, que interpretan el Corán en una perspectiva igualitaria, hasta la conformación del primer equipo nacional de mujeres ciclistas de Afganistán (a los trece años de la caida de los talibanes), o el nombramiento de una mujer, Kathol Mohammadzai, como general del ejército afgano.
Regresando a ISIS (Estado Islamico de Siria e Iraq): se trata de un revival insólito del Califato, a la vez tradicional y pragmatista, hábil usuario de tecnologías modernas y emisor de apocalípticos mensajes urbi et orbi. El pasado, el presente y futuro se mezclan en el Califato de una forma explosiva, es apropiado decir. Mientras aterroriza Occidente con videos de degollamentos en directo, de calidad hollywoodiana, amplificados por las redes sociales, en sus fronteras el Califato maneja con habilidad sus finanzas, y pretende dar respuestas a las necesidades de la población, reparando carreteras y redes eléctricas, construyendo un mercado en Raqqa, la capital, organizando fiestas y ejercicios militares para atraer chicos. Los fondos no faltan, desde luego. Aquellos inicialmente llegados de Arabia Saudí, Qatar y Kuwait, sirvieron a ISIS, más que para luchar contra Assad, para adueñarse de los campos de petróleo en Siria, que según el Wall Street Journal, rinden dos millones de dólares al día, o sea más de 700 millones de dólares al año. Detalle importante: en este negocio ISIS ha involucrado las tribus sunitas locales, (hasta ahora discriminadas por el gobierno iraquí de Al Maliki), que por lo tanto se han vuelto sus aliadas. 

A esto hay que agregar el dinero de los secuestros, los robos de alimentos de organizaciones humanitarias o de armas destinadas a otros combatientes. En total, es posible que el ISIS tenga una fortuna estimada en 2.000 millones de dólares, como la de una próspera multinacional, aunque inferior a la que tenía la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) en los años ’90, cuando, según la CIA había acumulado entre 8.000 y 15.000 millones de dólares.
¿Quiénes son los salafistas que juntos a los sunitas han creado el Estado Islamico? ¿Son todos terroristas? No. La corriente salafista surgió en el mundo islámico a mediados del ’800, declarando que los musulmanes, durante tanto tiempo esclavizados por los otomanos, debían recuperar sus raíces y su dignidad en el mensaje original del Profeta. No fue inicialmente antioccidental. De hecho, el movimiento “Nahda” o “Despertar”, apareció cuando los nuevos Estados surgieron de la desintegración del Imperio Otomano, tratando de imitar a las democracias parlamentarias europeas. Pero Occidente, en lugar de apoyar su modernización, los consideró colonias, y esto condujo al rechazo del “Estado-nación”, y la “modernidad” europea.
Recientemente, el reconocimiento del Estado de Israel (regresado en el antiguo territorio del Califato) por Jordania en ’94, dio lugar a la radicalización del salafismo anti-israelí y el nacimiento de organizaciones salafistas en Argelia (GIA), Yemen (Aden Abyan), al Tawhid en Palestina. El objetivo de los salafistas hoy es liberar los territorios del Califato de Bagdad chiita y la anexión de Jordania e Israel para volver a crear esa entidad, así como destruir la dinastía Saud en Arabia Saudí: en definitiva, volver a escribir desde cero la geografía del Medio Oriente. Un conflicto que se vislumbra infinito, pues Israel es la cuarta potencia militar del mundo, dotada de armas nucleares.

¿Por qué este resurgimiento de las guerras étnicas y sectarias en el Medio Oriente y partes de África?

La combinación mortal de la globalización y la pobreza, afirma Napoleoni, ha despertado la inseguridad generalizada entre la población. La globalización ha traído prosperidad en algunas áreas, como China y Brasil, y la pobreza en muchos otros, como el Medio Oriente y partes de África. La crisis de los estados en África se debe en parte a los cambios climáticos preocupantes, en parte, a la carrera de los países más desarrollados, entre ellos China, por los recursos y las tierras del continente. En la mayor parte de la región, hay factores locales. En Iraq, por ejemplo, la sucesión de guerras con los vecinos Irán y Quwait, y el decenio de sanciones económicas occidentales ha transformado a la nación con el más alto nivel de educación en el mundo árabe en un estado donde las mujeres no tienen derecho a trabajar, y se ha aprobado una ley que permite el matrimonio con niñas de 9-10 años.

El proceso de islamización y la regresión a una sociedad pre-moderna, por lo tanto, se ha ido de la mano con las guerras y el empobrecimiento. El destino del Califato se entreteje con décadas de la política occidental y acciones equivocadas en el Medio Oriente.
Es conocido como el gobierno de Bush para justificar la invasión de Irak, y colonizarlo comercialmente con las multinacionales, lo acusó de poseer armas de destrucción masiva y apoyar el terrorismo. Y cómo difundió la mentira que Saddam Hussein y Al Qaeda eran socios de negocios a través de Abus Musah Al Zarqawi, un jordano descrito como superterrorista, pero sin evidencia de sus ataques. Fue así que Al Zarqawi, un pequeño delincuente, en la cárcel se convirtió en salafista y se reunió con Bin Laden en Afganistán. No era favorable a luchar contra Estados Unidos en su territorio, sino a crear un estado islámico salafista en la región, luchando en dos frentes, uno en contra de la coalición de Estados Unidos, el otro contra los chiíes. Fue el jefe oficial de Al Qaeda en Irak, hasta su muerte en 2006 a manos de los estadounidenses. Como no era factible “conquistar” todo el Estado iraquí (donde había tres fuerzas adversarias entre ellas, sunitas, chiítas y kurdos), en 2010 ISIS se trasladó a Siria conquistando tierras entre el norte de Siria e Iraq para el Califato.
La opinión pública occidental ha creído las mentiras de Bush y Blair, y sólo los analistas más cuidadosos entendieron que al dejar caer los gobiernos autoritarios en la región se iba abrir la olla de grillos de un sangriento sectarismo. Siguiendo el mismo procedimiento (cuanto más se difunde una mentira, cuanto más puede realizarse), el Califato ahora se está extendiendo a través de profecías alarmantes, que podrían hacerse realidad, si los occidentales no le prestan la atención necesaria. Ya en el reclutamiento de ISIS se propaga como una fuerza trascendente que atrae miles de combatientes, cuando en realidad se trasladó a Siria para sobrevivir.

La gran coalición de la OTAN contra el Califato, lanzada por Obama en septiembre de 2014, agrupando 50 estados, que incluyen los países del Golfo Pérsico, está limitada por el hecho de que ellos no quieren enviar tropas de tierra, después de que la guerra en Irak ha producido monstruos. Por el momento parece imposible reconocer este “estado de terror”, ISIS, pero una guerra por tierra sería aún más devastadora para las sufridas poblaciones del Medio Oriente, y probablemente inútil. Necesitamos un enfoque más pragmático y dialogante, concluye Napoleoni.
Y, en vez de hablar de “choque de civilizaciones” (una formula ahora cada vez más usada por las organizaciones que fomentan racismo e islamofobia) habría que reflexionar profundamente sobre cómo Occidente expresa “valores”, a la vez que comete atrocidades, según los contextos y los intereses, como afirma Boaventura de Souza Santos en un reciente articulo reproducido en Servindi.

Por otro lado, es también interesante escuchar y reportar voces que desde el mundo islámico se preguntan “¿Cuándo hemos parado de pensar?” “¿Somos solo víctimas de Occidente?” “Es posible diálogo, respeto, convivencia entre culturas diversas?”. Reflexiones que son como una bocanada de oxígeno en este mundo donde el animal humano no para de producir horrores.


*Gisella Evangelisti es escritora y antropóloga italiana. Nació en Cerdeña, Italia, estudió letras en Pisa, antropología en Lima y mediación de conflictos en Barcelona. Trabajó veinte años en la Cooperación Internacional en el Perú, como representante de oenegés italianas y consultora del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF, en inglés) en países latinoamericanos. Es autora de la novela “Mariposas Rojas”.

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