La prensa israelí ha reaccionado con preocupación a la victoria
electoral en Grecia de Syriza, el partido de izquierda contrario a la
austeridad. Mientras que la prensa británica ha expresado su nerviosismo
por el “curso hostil” que, supuestamente, Syriza ha emprendido frente a
Europa o “los mercados”, en Israel los periodistas han gastado gran
cantidad de tinta sobre lo que todo esto significa para Israel.
La opinión mayoritaria en Israel es que esto son malas noticias. Y, ciertamente, algo hay de eso.
El “programa de 40 puntos”
del partido, elaborado en 2012, pide la “abolición de la cooperación
militar con Israel” como parte de una postura general antimilitarista.
También pide la retirada de las tropas griegas de Afganistán y los
Balcanes, en base al principio de “ningún soldado griego más allá de
nuestras fronteras”. Propone, incluso, el cierre de todas las bases
extranjeras existentes en el país y la retirada de Grecia de la OTAN.
Para un estado belicista y partidario de la OTAN como Israel, estas
propuestas tienen que causar alarma. Desde la victoria electoral del
partido conservador Nueva Democracia en 2007, Grecia se ha acercado más a
Israel, llevando a cabo varias maniobras navales y aéreas conjuntas
entre 2010 y 2013. La oposición de Syriza a esta cooperación podría
cambiar el curso de las relaciones del país con Israel y los palestinos.
Otro elemento que podría preocupar a los fanáticos sionistas de Tel
Aviv y Jerusalén es las raíces que tiene Syriza en las movilizaciones
del pueblo griego, que se ha opuesto abrumadoramente a las agresiones y
los crímenes de guerra israelíes. El parlamentario Theodoris Dritsas,
ahora ministro en el nuevo gobierno, participó en la Flotilla de la Libertad de 2011 que intentó romper el bloqueo ilegal israelí de la Franja de Gaza.
Dritsas es, irónicamente para Israel, el nuevo viceministro de transporte marítimo,
lo cual puede añadir algunos impedimentos a cualquier futuro intento
israelí de bloquear a los barcos griegos que naveguen hacia Gaza (como
ya hiciera el Churat HaDin, el frente legal vinculado al Mossad, que enredó a un barco griego en una maraña burocrática legal para impedir su salida).
El año pasado, Syriza, entonces en la oposición, condenó el ataque israelí contra Gaza y pidió un inmediato alto el fuego para “detener la masacre en la Franja de Gaza”. Su líder, Alexis Tsipras, nuevo primer ministro, dijo entonces:
“Es inaceptable ver a Israel matar a niños en Palestina. Debemos unir
nuestras voces y nuestras fuerzas para vivir en paz, expresando nuestra
solidaridad con el pueblo palestino”.
El FPLP, principal partido marxista-leninista de Palestina, ha saludado la victoria de Syriza, al tiempo que ha advertido que “estas elecciones parlamentarias no constituyen una revolución”.
Realmente, hay muchas razones para la prudencia.
Syriza ha rozado los 151 escaños necesarios que le habrían permitido
gobernar con mayoría absoluta y ha tenido que llegar a un acuerdo con el
partido de derechas (anti-rescate) Griegos Independientes. Su líder
Panos Kammenos es el nuevo ministro de defensa, por lo que tendrá mucho
que decir en cualquier reajuste de las relaciones con Israel.
En segundo lugar, la política del partido respecto a Palestina es
profundamente equivocada en una cuestión fundamental. Aunque, como se ha
mencionado, su programa electoral de 2012 pedía poner término a la
cooperación militar con Israel, también pedía “apoyar la creación de un
estado palestino dentro de las fronteras de 1967”, sin referirse en
ningún momento a los derechos de los palestinos de los territorios
ocupados en 1948 (“Israel”) ni a los millones de refugiados palestinos
que no pueden volver a sus hogares.
La declaración de Syriza del año pasado, en la que condenaba la
guerra de Israel contra Gaza, no pedía el fin de las relaciones
militares con Israel. Más preocupante todavía es que persistía en el
error de pedir el reconocimiento de “la integridad territorial de ambos
estados, el estado de Israel y el estado palestino”.
Como ha argumentado Alí Abunimah,
el llamamiento a “reconocer” a Israel es, simple y llanamente, un
llamamiento a reconocer el “derecho” de Israel a ser un estado racista y
de apartheid, de hecho y de derecho. Reconocer una “Palestina”
dividida en pequeños trozos de Cisjordania es, en última instancia,
parte de ese mismo proyecto. Así pues, la postura de Syriza sobre Israel
no parece ser muy diferente de la que tienen los partidos
socialdemócratas europeos más a la derecha, como el Partido Laborista
británico o el Partido Socialista Francés (aunque estos tienen un
historial mucho más pro-israelí).
Por último, ha habido una nueva señal preocupante del compromiso de
Syriza con Israel, que ha aparecido en la prensa israelí esta semana. Un
antiguo embajador israelí en Grecia ha escrito un artículo
en el que, al tiempo que lamenta la victoria de Syriza, concluye con un
tono de cauto optimismo (desde su perspectiva). Recuerda que en 2012
organizó una reunión entre Tsipras, entonces recién estrenado jefe de la
oposición, y el entonces presidente de Israel, Simón Peres, un
personaje muy respetado en el estado judío y que tiene un historial sangriento como criminal de guerra.
Arye Mekel, el exembajador en cuestión, dice que la reunión fue “muy
bien” y que Tsipras escuchó a Peres “como un alumno ante su maestro,
evitando las críticas a Israel”.
Esto puede ser un resumen optimista cosecha de Mekel. Pero
considerando los enormes desafíos que el partido de izquierda tiene
ahora ante sí, es poco probable que la promoción de los derechos de los
palestinos figure en un lugar prioritario en su agenda política.
Asa Winstanley es colaborador de The Electronic Intifada y periodista de investigación, residente en Londres.
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