El
senador republicano John McCain es la voz en el Congreso de Estados
Unidos del primer ministro israelí Benyamin Netanyahu, denuncia el
escritor y militante de la solidaridad islamocristiana Mark Glenn.
“Lo primero que ha de tenerse en mente al considerar cualquier cosa que diga John McCain, y particularmente cuando implique la política exterior estadounidense en Oriente Medio, es que estás escuchando la voz de Benyamin Netanyahu”, dijo Glenn en una entrevista telefónica publicada el lunes por la cadena iraní en lengua inglesa PressTV.
Un día antes, McCain, que preside el Comité de los Servicios Armados del Senado de EE. UU., había acusado al presidente estadounidense, Barack Obama, de no tener estrategia frente a la banda terrorista takfirí EIIL (Daesh, en árabe).
McCain consideró con pesar que las relaciones entre Washington y el régimen de Tel Aviv se hayan deteriorado y calificó de “importante” que Netanyahu “hable al pueblo estadounidense”, en vísperas del viaje de Netanyahu al país norteamericano que ha sido recibido con frialdad por la Casa Blanca.
Glenn señaló que el caso de McCain no es único, puesto que muchos otros supuestos congresistas estadounidenses actúan como representantes del régimen israelí y de Netanyahu.
“En este caso”, analizó Glenn, “Netanyahu quiere tropas estadounidenses sobre el terreno en Siria e Irak, igual que las hubo en Irak desde nada menos que a principios de la década de 1990”.
Según el analista, arrastrar de nuevo a las tropas de EE. UU. “es el plan de Israel para pulverizar a varios países de Oriente Medio, como preparación para lo que la línea dura, la de Netanyahu, imagina como el gran Israel”.
Mark Glenn es cofundador del Movimiento de Solidaridad del Creciente y la Cruz, un foro interreligioso consagrado a la unidad entre musulmanes y cristianos contra el sionismo.
Pese a que la sociedad estadounidense no es mayoritariamente proisraelí, sí se muestran abrumadoramente a favor del régimen de Tel Aviv casi todos sus representantes legales en el Congreso, lo que se ha explicado por la existencia de poderosos grupos de cabildeo y ‘megadonantes’ sionistas de campañas electorales, como el prorrepublicano Sheldon Adelson y el prodemócrata Haim Saban.
Desde marzo de 2011, Siria es presa de mortíferos enfrentamientos armados aguijoneados por Estados Unidos y sus aliados regionales -en particular Catar, Arabia Saudí y Turquía-, que apoyan a distintas facciones armadas y bandas terroristas opuestas al Gobierno electo del presidente Bashar Al-Asad.
El 16 de enero, el Pentágono anunció planes para destinar 1000 efectivos militares al entrenamiento de los llamados “rebeldes moderados sirios” para luchar contra los terroristas de la banda EIIL, a su vez entrenada por la Inteligencia estadounidense en Jordania en 2012 para desestabilizar el Gobierno sirio.
El entrenamiento comenzará después de marzo y se llevará a cabo en Arabia Saudí, Turquía y Catar. En diciembre, el Congreso de EE. UU. aprobó un presupuesto de 500 millones de dólares para este proyecto de fomento de enfrentamientos armados en Siria e Irak.
Según la Organización de Naciones Unidas (ONU), en los casi cuatro años de guerra en Siria han perdido la vida más de 200.000 personas, y millones han debido abandonar sus hogares.
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