Resulta casi tenebroso ver cuántas de
las industrias que alimentan la economía global están basadas en la
cultura del miedo. Creemos que el sexo vende, pero probablemente no
tanto como el miedo, el cual se ha ligado como una oscura corriente
sanguínea fluyendo por el capital.
Por supuestos hay aquí cosas como la
industria de la seguridad o de los seguros que de una manera más
evidente lucran con el miedo, pero también la industria de los
cosméticos, de los alimentos light o la autoayuda predan nuestros miedos
e inseguridades. A esto hay que sumar, también, la creciente industria
de la seguridad cibernética y la vigilancia global digital. La
publicidad parece ser la máquina que alimenta e integra a las industrias
del miedo, al transmitir una noción de insuficiencia en nuestras vida y
una necesidad de encontrar algo fuera de nosotros que pueda paliar
nuestra creada ansia existencial. Al igual que el mercado bursátil cuyas
fluctuaciones también suelen tener que ver con miedo, el cual es
capitalizado por ciertos especuladores. O la sociedad de consumo que
promueve la adquisición de bienes que no necesitamos creando el temor de
que sin ellos seremos juzgados negativamente por las demás personas –y
hasta el miedo que se crea de no volver a encontrar una oferta como la
del Viernes Negro o cualquier fiesta consumista.
También debemos considerar cosas como la
industria antigérmenes que promueve la idea de que todas las bacterias y
microorganismos son dañinos y peligrosos para nuestra salud, de la mano
de la industria médica que ha reaccionado a cualquier “gripita” o mal
menor con una fuerte dosis de antibióticos (por miedo a complicaciones),
todo lo cual ha generado una preocupante pérdida de la diversidad del
microbioma humano –y, siguiendo con la industria del miedo– un posible
“invierno antibiótico” estelarizado por bacterias súper-resistentes.
El sitio Business Pundit
ha compilado una lista de 25 industrias que se basan en el miedo,
incluyendo a la política que recauda votos sembrando pánico y luego
prometiendo resolver los problemas.
Como reflexión la idea de Gandhi de que,
en vez de basar la economía en el crecimiento infinito –una ilusión, ya
que los recursos son limitados– se podría fundamentar la economía (a
fin de cuentas, la ciencia o disciplina de vivir o de la casa) en la
conciencia, algo inagotable según el gran pacifista indio.
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